miércoles, 16 de julio de 2014

Heridas del corazón.

ACERCA DE LAS HERIDAS
Regularmente, en nuestra vida física, cuando nos caemos, golpeamos o llegamos a tener una herida, nuestro cuerpo empieza a funcionar de una manera distinta, el cerebro empieza a mandar señales de dolor, pero también, ordenes a diferentes células y organismos para restaurar esa herida; cuando las heridas son pequeñas regularmente sanan fácilmente, sin necesidad de que nos cosan o lleven a un hospital, pero hay heridas de mayor gravedad, en las cuales nuestro cuerpo no es capaz de sanarse por si solo, y hay necesidad de que nos cosan, enyesen o nos operen. Es muy fácil ver una herida sangrando, y correr a pedir ayuda, pero hay heridas físicas en las cuales aparentemente no paso nada, alguien se cae, y al no ver sangre pensamos que nada paso, a pesar de que esas heridas y golpes suelen ser los mas peligrosos y dañinos, ya que han afectado una parte interna de nuestro cuerpo, que no logramos ver. Sabemos que nos duele o que algo anda mal, pero como no lo vemos, no sabemos la gravedad.

Cuando tenia un poco menos de tres años, jugaba con mis hermanos en el segundo piso de la casa, era muy alto ya que la planta baja era la iglesia, jugando, abrimos una puerta que daba al voladero, sabíamos perfectamente que no deberíamos jugar ahí, pero siendo niños no medimos el peligro. Me caí de ese voladero a la calle, por supuesto me rompí el empeine del pie izquierdo y me abrí la frente, la sangre chorreaba por toda mi cara, salio un vecino a recogerme y en seguida mis papas, inmediatamente me llevaron al medico y regrese a casa con un yeso en toda mi pierna izquierda y ocho puntadas en la frente.

Años después; tendría once años, salí a jugar con mis primas, iba en la banqueta con mis patines puestos y me caí, de tal manera que ni pierna derecha azoto en la banqueta, sentí un dolor tan fuerte que no me pude levantar, pero tampoco  pude llorar. Mi mama no estaba en casa y mis primas le fueron a avisar a mi papa, el me levanto y me llevo cargando a la casa, mi pierna se veía inflamada, pero no había raspón, ni sangre, ni nada. permanecí con el dolor no se cuanto tiempo esperando a que llegara mama; Ella me reviso y decidieron llevarme al hospital, solo porque no se me quitaba el dolor, me tomaron radiografías y tenia el hueso de la espinilla fracturado. Volví a salir del hospital con mi pierna enyesada.

En nuestra vida sentimental suele pasar lo mismo, hay accidentes o suceso de la vida que son aparatosos, la gente entonces voltea y nos ayuda o trata de ayudarnos, aun nosotros mismos solemos buscar esa ayuda, pero hay situaciones en donde aparentemente no ha pasado nada, ni siquiera nosotros somos capaces de percibir la gravedad de una simple caída. Sabemos que nos duele el corazón, pero pensamos fue algo tan simple, se supone que no debo de sentirme mal, pronto se me pasara. En esas situaciones nadie nos ayuda y aun nosotros nos reusamos a creer que necesitamos ayuda de alguien.

Las heridas del corazón suelen ser menospreciadas y poco entendidas, pero eso no quiere decir que no estén ahí, y que no necesiten ser curadas. Naturalmente limpiarlas, sacar  la pus que hay en ellas y suturarlas es un proceso doloroso, pero Nuestro Señor Jesucristo es Medico especialista en este tipo de cosas, habrá corazones que necesiten ser operados, otros amputados de alguna parte que les impida una calidad de vida, Pero Jesús restaura corazones y vidas.

Te invito a que sigas esta serie de pequeñas enseñanzas que he aprendido en mi caminar con el Señor Jesús que estaré dejando para ustedes, estas se desprenden del tema Heridas del corazón.



Con cariño
Debora MHM.


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